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elBulli. Rosa de remolacha con sorbete de concentrado de fresa. 2004 |
Las maquetas de plastilina llegan al
mundo gastronómico en 1994 al entrar en el proceso creativo de elBulli como ensayos
de concepto y composición. Son modelos a escala real de los ingredientes que
van a componer un plato y proporcionan, en
una primera simulación, información acerca del proceso de emplatado según volúmenes
y geometría, de forma abstracta, que da paso, ya en condiciones de maquetas
reales, a una segunda de ensayo con texturas, temperaturas, masas, sabores o
aromas.
La relación de las maquetas de
plastilina de Adrià con la arquitectura se centra en las maquetas, croquis o
diagramas conceptuales que, sintéticamente, son lanzaderas del proceso
proyectual. Pertenecen a una fase embrionaria del mismo que tiene continuidad en condiciones diferentes:
La segunda fase del trabajo con
maquetas gastronómicas es de ensayo, ya que tiene lugar en condiciones y
escalas reales. Proporciona datos que las maquetas sintéticas no pueden
facilitar puesto que la maqueta gastronómica es, de facto, la realidad: una
preparación culinaria en la mesa es una maqueta que llega al comensal a escala
real construida –cocinada- con materiales -ingredientes- reales.
Ahí radica la diferencia fundamental
con la maqueta de arquitectura que explica Pallasmaa: la maqueta gastronómica
no simula sino que es sí misma parte del proceso de construcción y en todo
momento puede considerarse producto acabado, independientemente de los
resultados que, como ensayo, pueda arrojar.
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