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Frank Lloyd Wright | Picnic en Taliesin East | Wisconsin | 1940 |
Una conversación emocionante
alrededor de una mesa. Hay arquitectos. Dos ya consagrados y el resto muy jóvenes.
La escena recuerda a aquella en un picnic
en Taliesin East con un Wright rodeado de sus aprendices sobre un mantel en la
hierba. Uno de los dos primeros interviene: «la arquitectura jamás podrá
evolucionar copiándose a sí misma».
Así, en su evolución, la
arquitectura debe buscar referencias, tangencialidades, continuidades,
preguntas y respuestas en otras disciplinas que están, aparentemente, fuera de
sus fronteras. Tradicionalmente podríamos encontrarlas en el cine, la pintura,
la escultura, la escritura…pero, no tan tradicionalmente, en la cocina o en la
gastronomía. Crucemos esos límites:
Ferran Adrià afirma que lo
que ha desvelado el desarrollo de su metodología Sapiens son los procesos que intervienen en el hecho
gastronómico, es decir, el genoma de la gastronomía: el proceso creativo,
conforme al cual todo lo existente lo es porque alguien lo ha creado; el
proceso de reproducción artesanal –en otras palabas, cocinar-; el proceso
experiencial, a través del cual el comensal vive su propia experiencia
gastronómica; y el proceso comercial –comunicación-, que representa el modo en
que una propuesta gastronómica se publicita.
La realidad de la producción
arquitectónica permite que ésta asimile lo expuesto como propio y aplicable a
sí misma: la sustitución de “hecho gastronómico” por “hecho arquitectónico” es
plenamente viable y está cargada de sentido.