Hijas del azar


Reima y Raili Pietilä. Iglesia Kaleva. Tampere. 1959 | Andoni Adúriz. Raspaduras de hielo aromatizado con esencia de carabinero. Restaurante Mugaritz. 2014

«La cocina es hija del azar. La clave es asumir que lo único que importa es entender la manera de afrontar la incertidumbre. Quizás la clave esté en domar el azar. […] Cuando crees que lo has visto todo, que te lo has comido todo, que te has estudiado todos los libros que y te conoces todas las técnicas, de repente aparece algo que no sabes cómo se hace, que te deja desconcertado y que te rompe los esquemas», explica Andoni Adúriz, del restaurante Mugaritz. 

La arquitectura es, también, hija del azar, al que el arquitecto Eduardo Arroyo considera, como variable fundamental dentro del proceso creativo arquitectónico, «un producto de nuestra ignorancia en cuanto que aparecen hechos que interfieren en el proceso creativo con los que no contábamos. Muchas de las creaciones son encuentros aleatorios con objetos, leyes o sucesos durante el tiempo de trabajo que pertenecen al dominio de lo inesperado. El flujo de la creación así definido no es del todo estable y comprende factores que reconducen y desvían los caminos marcados a priori.

»Configura campos de probabilidades en los que la información que manipulamos rebota hacia sitios desconocidos. El azar, la mirada, la materia y la energía, el orden y la geometría dirigen linealmente el procedimiento del proceso creativo siendo el azar la primera herramienta sobre la cual actúan todas las demás».